domingo, 21 de septiembre de 2014

Impotencia democrática en los estados, proceso constituyente en la UE



(Apuntes y lecturas para las jornadas de Izquierda Abierta (20/9/14) sobre los retos en Europa)

Lluís Camprubí


El retorno de las rupturas, reformas y transformaciones.

El título de la sesión, planteando el dilema “ruptura o transformación en la UE”, me ha hecho recordar algunos de aquellos dilemas históricos (o disyuntivas estratégicas) sobre los que la izquierda ha estado debatiendo apasionadamente desde hace décadas. Ya hace tiempo fue el “reforma o revolución” y más recientemente, en nuestro entorno sobre la transición, fue el “reforma o ruptura”. Es interesante señalar la polisemia de ruptura, ya que mientras en la transición hacía referencia a la cualidad e intensidad del cambio, en la sesión de hoy entiendo que se señala ruptura en el sentido de reventar y despiezar (controladamente o no) el área política, económica y/o monetaria en la que estamos inseridos.

De todas formas, seguramente el dilema más vigente es el de “(eco)socialismo o barbarie”; y la disyuntiva si “en un solo país” el (eco)socialismo es posible, la pregunta que deberíamos intentar responder. Les anticipo que mi respuesta es no. Por lo tanto, descarto la ruptura de la UE y/o de la EuroZona (o UEM) como estrategia activa a seguir por parte de la izquierda transformadora. Apunto en formato titular algunas de las razones: la escala de la UE es un nivel desde el que al menos se puede intentar una harmonización de derechos y regular/domesticar el capitalismo globalizado, neoliberal y financiarizado en el que también estamos inseridos (y del que no se saldría en caso de vuelta al estado-nación y a la peseta); una vuelta a los estados-nación implica austeridad auto-impuesta y prácticas y normas basadas en la rebaja de estándares (fiscales, laborales, ambientales y regulatorios) como estrategia competitiva; poder regular un mercado interior implica disponer de un área político-democrática equivalente; y “salir del euro” tiene a) unos costes de transición muy grandes, b) en el corto y medio-plazo un impacto económico durísimo (recomiendo las ponencias de las jornadas de la revista SinPermiso al respecto [1] [2] o este artículo de A. Ramírez [3] ), c) unas derivadas políticas que nos alejan de cualquier profundización del área político-democrática de referencia y del área de solidaridad deseada, así como, aunque parezca superfluo, d) unas complejidades técnicas que en este caso no son menores y lo convierten –si se pretende hacer de forma controlada y democrática y con unos trade-offs asumibles- en una tarea cuasi imposible, como señala Eichengreen [4]. Recuerda recurrentemente un buen amigo que en casi todas las esferas de la vida no es lo mismo salir que no haber entrado.

Sin embargo, seguramente podemos estar de acuerdo que el diseño de la UE, el sesgo que impregna los tratados y la arquitectura institucional de la EuroZona favorecen la aplicación de políticas neoliberales, la incapacidad de respuesta frente a shocks asimétricos, y unas ayudas a los países miembros con dificultades de financiación basadas en una condicionalidad no definida en instituciones legitimadas democráticamente. Ser capaces de poder criticar las insuficiencias y perversidades del actual marco de la UE y la EZ, y sin embargo no proponer soluciones de repliegue nacional [5] (aunque estén apoyadas en el análisis compartido que así no podemos seguir), debería ser hoy la tarea política principal. 

Y plantear un horizonte de esperanza en el largo plazo basado en una soberanía popular a escala europea debería ser el motor para nuestra acción política. Todo esto me lleva a huir del dilema “ruptura o transformación” y plantearles un reenfoque basado en una propuesta secuencial y solapada (desde la asunción de la complejidad del reto). Así que cogiendo varias de las palabras fetiche aparecidas, les propongo que -conjuntamente y de forma tranquila en este y futuros encuentros de las fuerzas aquí representadas- podamos repensar el reto europeo en distintos estadios: a) cambios posibles con los actuales tratados; b) reforma de los tratados, que permita la aplicación de políticas alternativas a escala europea; c) transformación de las orientaciones políticas dominantes.


Pinceladas de contexto y tendencias

Aunque naveguemos en “uncharted waters”, y algunos apelen a aquello de los momentos de crisis “gramscianos”  (lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer) para insinuar un futuro más esperanzador, parece necesario intentar prever los escenarios más probables y las tendencias globales de hacia dónde nos dirigimos. Tanto por aquello de no generar frustraciones adicionales, como por diagnosticar con cierta precisión, como por lo de intentar adecuar propuesta, táctica y estrategia.

Todo apunta a una degradación (que no superación) del capitalismo, de la democracia representativa, de las condiciones de vida y del medio ambiente. Recomiendo en este sentido leer las recientes tribunas de Wolfgang Streeck sobre las perspectivas del capitalismo en su fase actual [6] y de la democracia representativa [7] . En la primera señala tres tendencias de fondo desde hace décadas que además se retroalimentan: la tendencia decreciente de los niveles de crecimiento económico, el aumento del endeudamiento público y privado, y el aumento de las desigualdades socioeconómicas.

Ciertamente el futuro no está escrito y depende de la acción colectiva y las correlaciones de fuerza, pero también conviene tener presente las barreras estructurales, dificultades y limitaciones para impulsar una reversión en un sentido de progreso de la involución generalizada en todas las esferas. Permítanme la inmodestia y el auto-bombo de auto-citarme un artículo reciente [8] en el que intentaba listar los obstáculos y fuerzas opuestas que a mi entender existen para aplicar en el corto plazo un programa de izquierdas en nuestro entorno (hecho que, sin embargo, es imprescindible y urgente). Telegráficamente serían: el aumento de la desigualdad política, los límites de la política monetaria, la regresividad creciente de las políticas fiscales, la hegemonía neoliberal, el destrozo de las organizaciones populares, la falta de un horizonte alternativo, la financiarización de la economía, el paro y la precariedad, el desplazamiento del poder hacia el ejecutivo y hacia agencias no democráticas, y la desconexión entre fuerzas políticas y “representados”. En este sentido también recomendar la lectura [9] del reciente libro de James K. Galbraith “The end of normal” dónde se sitúan algunos de los factores estructurales (energía y re-concentración del sistema financiero, entre otros) que hacen imposible tan siquiera volver sostenidamente a unos estándares económicos pre-crisis 2008 o menos aún de los años dorados (1945-1973).

Sin negar la importancia y potencia política de las utopías de recambio (en expresión de Marina Subirats) y de la ilusión (generalmente pivotando sobre aspectos post-materiales) como motor positivo, es de justicia entender sus límites e insuficiencias para transformar y mejorar las condiciones de vida de la gente. Por ello me limitaré a los aspectos que considero centrales para evitar la espiral de degradación en la que estamos inseridos. Sin abordar estos aspectos, un muy deseable cambio/recambio institucional de mayorías –especialmente en la escala estatal- puede verse al cabo de poco tiempo experimentando la frustración de no poder tirar adelante las mejoras en derechos, igualdad y bienestar prometidas. Es por esto que creo que la fuerza, la pasión y el empeño que ponemos en las discusiones sobre las superestructuras a escala estatal, también deberíamos empezar a ponerlas a escala europea.


Especificidades de la crisis en Europa: “O ecualización de marcos o barbarie”

Al analizar la situación socio-económica en Europa y sus impactos, creo que es importante no olvidar ninguno de estos 3 factores: Crisis económica, austeridad y contra-reformas estructurales [10]. Es la suma y las interacciones de los tres lo que nos ha llevado a la situación actual, excepcional, y que nos puede abocar a una tercera recesión con el agravante deflacionario.

Algunas pistas sobre la situación actual nos la da cómo se ha realizado la construcción europea en las últimas décadas: realizada bajo hegemonía neoliberal; bajo una lógica de intergubernamentalismo; con trasnsferencia de poder a agencias y organismos sin legitimación democrática directa; y con desajuste entre marcos.

 A parte de la hegemonía y orientación neoliberal (también dominante en España, no está de más recordarlo para prevenir coartadas replegacionistas), la principal causa y agravante de la especificidad de la crisis socio-económica en Europa y en los distintos países ha sido el disloque entre marcos o áreas geográficas:  a) la político-democrática (escala estado-nación; la UE no tiene una estructura de validación y legitimación democrática equiparable para los aspectos que han asumido de hecho algunas de sus instituciones); b) la monetaria (eurozona); c) la de integración económica (la UE más adjuntos); y d) la fiscal (hacienda y unión de transferencias a escala estatal; fijación de orientaciones en política fiscal por parte de conglomerados de “federalismo autoritario” tipo Troika). Las diferencias entre estas áreas (lo hagamos analizándolo a pares o las cuatro a la vez) es uno de los factores que nos puede ayudar a entender parte de la impotencia política que actualmente experimentamos.

A ello hay que añadirle cómo se ha realizado el proceso de integración europea (en expresión de Bickerton “de los estados-nación a los estados-miembro [11] ) con un diseño intergubernamental de toma de decisiones significativas dónde se vacía de contenido a las instituciones estatales y, al mismo tiempo, éstas se conviertan en sordas (intencionadamente o no) a las reivindicaciones populares. Esta desresponsabilización aparente es lo que hace la actual arquitectura institucional perfecta para la aplicación de la agenda de los sectores dominantes y a la vez letal para cualquier atisbo de ejercicio de soberanía popular y acción política a escala europea.

Los desajustes entre áreas es también lo que nos sitúa en la camisa de fuerza del trilema de Rodrik [12] entre área democrática estatal y área de integración económica europea. Planteaba Rodrik en un artículo reciente: In Europe, economic policy needs more democratic legitimacy, not less. This can be achieved either by significantly strengthening democratic deliberation and accountability at the EU level, or by increasing the autonomy of the member states to set economic policy. In other words, Europe faces a choice between more political union and less economic union. As long as it delays making the choice, democracy will suffer. Es decir, el dilema es mayor unión política o menor unión económica. Les indicaba al principio las consecuencias a mi entender regresivas del repliegue político nacional y de la salida de la UEM (y la incapacidad de construir un proyecto de democracia avanzada, justicia social y bienestar en un solo país), así que, a pesar de las dificultades y enormidad del proyecto, la apuesta a seguir debería ser profundizar en la unión política.

De central importancia es el disloque entre el área monetaria y el área política y el área de las haciendas. El diseño y mandato del BCE lo limitan para ejercer las funciones típicas de un Banco Central (teniendo en cuenta además la paradoja de la irresponsabilidad que sufre, según palabras de Martin Wolf “A central bank responsible to several governments is accountable to none”).

Es esta falta de una fiscalidad, sistema de transferencias y hacienda comunes la que no permite una respuesta  a los shocks asimétricos y que hayan estabilizadores (automáticos o no) que permitan inversiones según necesidad.

Este desajuste entre marcos permite también entender (que no compartir en su concreción) la petición muy extendida entre las sociedades “prestadoras” de querer tener control político sobre los créditos o transferencias a los países destinatarios.

Si ponemos atención a la fase de la crisis que se ha ido denominando como la de la “crisis de la deuda pública” podremos entender algunas claves. El aumento imparable de la prima de riesgo podía atribuirse a distintos factores (inter-relacionados entre si): unas perspectivas económicas en algunos países muy negativas, operaciones especulativas contra las deudas públicas basadas en un escenario de “pánico”, una “consolidación fiscal” que producía los efectos inversos a los que decía buscar (era y es evidente que la “austeridad expansiva” era un oxímoron con la intención real de estrangular a los servicios públicos), y especialmente a la incapacidad/bloqueo del/al BCE para que ejerciese cómo tal (prestamista de último recurso). Ha quedado bien demostrado que fue la intervención del BCE [13] (Draghi) la que revirtió esa tendencia. Algún otro día será interesante analizar los cambios entre la orientación de la era Trichet y la de Draghi, o los límites de la política monetaria en solitario, pero no es el tema de hoy. Lo relevante es entender que esa acción (que con unos marcos ecualizados y no tan secuestrados ideológicamente se hubiese producido o se hubiese dado por supuesta de inmediato) tuvo lugar después (no antes) de la aceptación de una condicionalidad (el pack de contrarreformas estructurales) agendadas e impuestas al margen de cualquier soberanía popular (parece lógico también pensar que esa condicionalidad fue la clave para levantar las oposiciones frontales de los sectores más reacios a cualquier intervención) .

Así mismo, el no solapamiento entre áreas permite entender alguna de las perversidades futuras del TTIP [14]. La ampliación del espacio de integración económica sin la correspondiente ampliación del área política-democrática para poder al menos regularlo es la garantía que blinda las consecuencias del TTIP: la rebaja de estándares, la estrategia competitiva a la baja, el descontrol democrático sobre los servicios públicos y un nuevo “constitucionalismo” que prioriza derechos de los inversores por encima de los derechos de los ciudadanos.

Las crisis del estado-nación que van apareciendo en distintos lugares de la UE(M) (en cada uno con expresiones y especificidades muy diferentes) son seguramente síntomas de estos disloques. No deberían pues desvincularse de la incapacidad de los estados-nación de dar respuesta a lo que antes daban.

Todo esto me lleva a una conclusión, que espero no se malinterprete. En la actualidad, con el actual estado de cosas, un poquito de TINA a escala estatal sí que hay (aquello del There Is No Alternative). Es evidente, por ejemplo, que a nivel estado-nación hay ciertos márgenes en el ámbito fiscal (relativa discrecionalidad de gastos e ingresos, y por supuesto una autopista en el combate del fraude fiscal) pero no ya la soberanía ni la capacidad de decisión que algunos quisieran. En sus inicios, los voceros de la derecha que iban con la letanía del TINA seguramente lo usaban a modo de justificación burda de sus políticas y con una evidente voluntad de profecía auto-cumplida. Otra cosa son los de hoy. Simplemente la derecha política y económica es acomodaticia a la situación, les es muy funcional y están encantados con la situación real de recorte y estrechamiento de los márgenes de actuación. Especialmente en los países de la periferia europea. Seguramente pues, para que podamos decir y hacer que “sí, hay alternativas”, tenemos que empezar a construir la alternativa a escala europea, que insisto una vez más, pasa necesariamente y previamente por la ecualización de marcos a ese nivel.


Principales retos para Europa

A mi entender, los principales retos políticos están en la dimensión europea. Permítanme pero que únicamente los liste ya que creo que debe ser la tarea principal de los partidos empezar a pensar colectivamente cómo abordarlos. Y seguramente parte de la confluencia deseable entre las fuerzas aquí representadas pasa también por pensarlo conjuntamente. Haríamos bien en admitir que, para la mayoría de ellos, aún no tenemos respuesta ni propuesta concreta. De momento, me conformaría con que empecemos a ver que éstas son las preguntas relevantes que nuestra cohorte (el conjunto humano que está viviendo estos tiempos, independientemente de su generación) debería hacerse.

            *Retos institucionales

-Cómo romper la grosse-koalition gobernante en Europa. Pre-condición necesaria para programas políticos y mayorías alternativas.

-Cómo componer la unidad (primero de acción y programática) de las familias de la izquierda roja y verde en la política europea.

            *Retos en la acción política

-Cómo acompañar y empujar (son tiempos excepcionales seguramente) las medidas expansivas y de estímulo fiscal (y monetario en el margen que quede) que sectores de la gobernanza europea empiezan a proponer. En este sentido quizás deberíamos empezar a disponer de un análisis fino de los matices que los distintos sectores expresan.

-En el supuesto que la izquierda alternativa alcance el gobierno en algún país, cómo ejercer inteligentemente el derecho de veto en el Consejo Europeo de forma que contribuya a reconducir orientaciones.

-Cómo dar respuesta a la urgencia social a escala europea, siendo cómo son en el mejor de los casos, lentos y en el largo plazo los cambios estructurales que entendemos que son necesarios.

            *Cambios en la hegemonía

-Empezar a preguntarnos con qué alianzas (cómo construimos el bloque histórico) entre distintos grupos sociales y con qué acuerdos políticos con otras mediaciones políticas (qué evidentemente están alejadas social, geográfica y políticamente de lo que aquí pretendemos representar) queremos vertebrar la construcción de una Europa federal-democrática y con unión fiscal y de transferencias. Éste es a mi entender El Reto en política de alianzas. Si es que entendemos que una Unión Europea con las áreas ecualizadas (es decir, una unión política federal-democrática, fiscal, económica, monetaria y bancaria) es una pre-condición necesaria para cualquier acción política democrática y de ejercicio de la soberanía popular. Sin embargo hay que asumir que en la actualidad significativos sectores liberales y de la democracia cristiana están encantados con el actual desajuste entre marcos, y que en las condiciones actuales de derrota de la izquierda social y política no ven ninguna necesidad de pactar (como sí había pasado en otros momentos históricos).

-Cómo revertimos la pulsión creciente al repliegue nacional que va apareciendo elección tras elección (este domingo pasado en Suecia y Alemania sin ir más lejos). Lo que conlleva, el cómo convertir en mayoritario la necesidad de ampliar las áreas fiscales, es decir, las áreas de transferencia o las áreas de solidaridad. Y el desmontaje ideológico de las concepciones fiscales insolidarias. Es decir cómo pasamos del repliegue nacional como propuesta de salida de la camisa de fuerza del trilema de Rodrik a una gobernanza democrática a escala europea (con los instrumentos fundamentales de cualquier estado-nación, eso sí, sin olvidar la consolidación e importancia de los estados-nación).

-Cómo construimos el demos europeo. Es un hecho que actualmente no existe. Las iniciativas top-down desde las instituciones europeas (movilidad, discursividad tipo “estamos en el mismo barco” o “compartimos valores,….”) bienvenidas sean pero no serán suficientes.  Así mismo, las políticas que favorezcan la solidaridad pueden crear vínculos por la vía de los hechos (aunque si no se hace cuidadosamente puede generar efecto rebote desde posiciones de repliegue). No hay recetas mágicas. Evidentemente pasa también por impulsar iniciativas políticas transnacionales. La propia acción política es un constructor formidable. Quizás también tendremos que tomar apuntes sobre cómo germinó de una forma rápida una identidad antifascista compartida y los vínculos de solidaridad (aunque el contexto fuese absolutamente diferente). Y así mismo empezar a tejer no institucionalmente redes de solidaridad compartidas para paliar algunas de las necesidades básicas no resueltas.

            *La UE y su política exterior

-Hemos visto como algunas de las principales intervenciones en política exterior de la UE (como bloque formal o informal) han contribuido al empeoramiento y degradación de la situación de los países a los que se pretendía “ayudar”. Ello nos lleva a varios retos, para los cuáles seguramente aún no tenemos los criterios y herramientas políticas que nos permitan establecer una propuesta coherente ex ante frente a la mayoría de conflictos desde unos valores de izquierda y desde la perspectiva de la UE. Cómo discriminar lo que pueden ser políticas legítimas para no perder áreas de influencia de lo que son políticas ofensivas para ganar áreas de influencia a costa de los equilibrios geoestratégicos. Cómo evitar los desarrollos imperialistas y de “regime change” de los conflictos que legítimamente podrían caer en el paraguas “responsability to protect” (actos de genocidio, limpieza étnica, crímenes de guerra y contra la humanidad).

            *Soldar el corto y el largo plazo

-Cómo construir una hoja de ruta gradualista compatible con las transformaciones profundas requeridas. Es decir, cómo hacer compatible una propuesta para la acción política inmediata como la Modest Proposal de Varoufakis, Galbraith y Holland [15] que no requiere una modificación de los tratados y que puede dar una respuesta inmediata a la situación de emergencia en la que estamos, con aquellas propuestas políticas más para el largo plazo que requieren una modificación profunda de los tratados [16] como es la propuesta-manifiesto para una unión política del euro, lanzada por Piketty, Rosanvallon y otros [17] y las propuestas para avanzar hacia una unión política y fiscal europea, lanzada por grupos de académicos como Glienicker [18] o Eiffel [19].




lunes, 17 de febrero de 2014

Dotar a l’esperança d’una perspectiva llarga





We shall overcome...some decade.





Uns temps en que serien imprescindibles i urgents canvis dràstics per tal d’assegurar unes condicions materials de vida digna, estable i protegida, i on tot apunta que aquests canvis no són possibles en l’horitzó pròxim. En aquest context és on ens hem de preguntar el vell “Què fer”. El repte no és menor. Cal un canvi en l'escala temporal (abandonar l'immediatisme) i en la geogràfica (passar de l'estat-nació a l'escala europea). A la primera part intentaré descriure perquè algunes barreres i realitats que s’auto-reforcen impedeixen millores i canvis significatius. A la segona, explicar les que entenc que són respostes de reflex automàtic errònies de les esquerres. I a la tercera, algunes idees per a fer compatible els requeriments molt diferents per al curt i el llarg plaç.





1. Entendre bé la realitat, el drama, i els mecanismes que reforcen la perpetuació de les tendències.




Ens trobem ara mateix inserits en dos “grans”: La Gran Recessió i la Gran Divergència. On la combinació de “crisi+austeritat+contrareformes estructurals” ha canviat profundament el panorama. La gran injustícia i perversitat de la situació actual -que hauria de ser la base justificativa per a impulsar una agenda de canvi profund- és precisament el què en dificulta la factibilitat.


Alguns autors ja parlen d’un estancament secular. La projecció optimista pels propers anys és d’un lleuger creixement econòmic, previsiblement ínfim si hi afegim la consideració de la tendència decreixent dels increments de PIB de les últimes dècades en els països del nostre entorn. És un creixement, a més,  que sembla clar que no comportarà una creació significativa d’ocupació. I on més enllà dels riscs coneguts és possible també que entrem en un escenari de deflació. L'absència de perspectiva d'un model productiu i de creixement al radar per al nostre país que no sigui deute/bombolla induït  fa pensar que es mantindran nivells alts d'atur (20-25% d’atur) en alguns col.lectius cronificat,  en que s'aprofundirà la precarització, i en la devaluació interna via salaris com única estratègia governamental a impulsar. La pressió a la baixa que exerceix aquest exèrcit de reserva (d'aturats i sub-ocupats) fa la resta per tal d'anar degradant condicions laborals i salarials i impedir segones oportunitats per als que s’han enfonsat.


Estem atrapats de ja fa temps en la camisa de força (golden straitjacket) del trilema de Rodrik. El desajust entre l’àrea política democràtica i l’àrea econòmica i monetària real. La incapacitat democràtica dels estats per regular i controlar el capitalisme globalitzat (que almenys seria modulable des d’una sobirania popular d’àmbit europeu). L’actual impossibilitat per respondre des d’uns estats-nació fixant a escala continental (sembla impossible a nivell global) uns estàndards socials, fiscals, ambientals i laborals que evitin el dumping. Amb l'afegit d'una eurozona on l'àrea monetària no es correspon amb la política i fiscal i per tant que es pugui minimitzar l’especificitat afegida de la crisi a la zona euro. Si no s’avança cap a una UE/eurozona de tipus federal, els patiments, desajustos i possibilitats de tornar a patir shocks assimètrics tenen assegurada la seva continuïtat i repetició.


El mur del desajust entre els marcs necessaris de lluita i de democràcia i els marcs reals mai havia sigut tant esterilitzant. O Unió política i fiscal europea o barbàrie. O equalització dels marcs i hisenda compartida en l’àrea monetària de l’euro (1 moneda,1 hisenda ) o llei de la selva. Actualment les lluites polítiques són d’àmbit estatal/nacional i formalment les polítiques fiscals i socials també. Però no així la política monetària ni tampoc la presa de decisions en les qüestions centrals. Els estats tenen menys capacitat sobirana (transferida a espais inter-governamentals)  fet que en paral.lel n’augmenta la desresponsabilització i en redueix el vincle i  la capacitat de control i de correcció per part de la ciutadania. Amb l’actual estructura institucional a la UE i amb el disseny inter-governamental de la presa de decisions significatives es buida de contingut les institucions estatals i alhora es converteixin en sordes (volgudament o no) a les reivindicacions populars. Aquesta desresponsabilització aparent resulta letal per al control democràtic. És també aquesta incapacitat d’acció política segurament un dels factors corresponsables  amb el fet que a la majoria de països de la UE s’hi han instal.lat uns debats específics (aparentment centrals) fortament regressius (cada un amb les seves característiques i raons).  Aquest debat públic dominant,  a més, dificulta/impossibilita/distreu la necessitat d’articular un demos europeu (un “nosaltres” popular d’escala continental), situa un nosaltres versus ells de replegament i col.loca en l’agenda de valors, uns valors contraris a la solidaritat.


La reorientació dels interessos i funcionament dels estats també esdevé fortament dificultadora d’una  agenda de progrés. N’anem experimentant un buidament democràtic, en alguns països accentuat per pròpies especificitats: La priorització de crear entorns facilitadors a l’acumulació del capital i satisfer les necessitats de l’oligarquia; el trencament de l’equilibri consensuat fa dècades; i el decantament cap al “poder” en la tensió entre “poder” i els “contrapoders” tant institucionals com populars.  A més, tot i que els estats han perfeccionat la repressió de la dissidència sense necessitat de massa força, segueixen recolzant el seu poder i l’acceptabilitat de les decisions preses en el consens. Un consens diferent segurament al què coneixíem de la segona meitat del segle XX, basat en les expectatives i la satisfacció de les necessitats, i que ara es basa en la por i en la incertesa respecte el futur i en una necessitat de seguretat.


En el repartiment de rentes dins els països pesen cada cop més les empresarials i menys les salarials. Això es veu acompanyat per la Gran Tendència de fons d’acumulació i concentració del capitalisme patrimonial i d’increment de les desigualtats descrit per Piketty. Una tendència que només s'ha vist trencada en el parèntesi 1940-1970. Ara, però, no podem observar cap dels factors que dels 40 als 70  del segle XX van trencar aquesta tendència a l’augment de les desigualtats en els països del nostre entorn: l’augment de la fiscalitat especialment en les rentes altes, la nacionalització de grans indústries, els nivells d’inflació, la pèrdua de poder del “mercat” i la limitació de l’auto-regulació d'aquest, i la destrucció física de capital que les dues guerres i la gran depressió van causar. Aquest augment de les desigualtats (d’una forma fractal) (deixant ara al marge dels molts efectes negatius coneguts ) té un impacte letal per la cerca de respostes col.lectives: descohessiona el gruix social, atomitza, treu capacitat de poder a la majoria (concentrant el poder  en l'oligarquia), divideix i fragmenta (malgrat il.lusions d’aglutinació abstracta  tipus ” 99 vs 1%” o “80 vs 20%”). Al meu entendre la indignació moral que causa la falta de perspectives i l’augment de les desigualtats és una força molt menor a la que opera en sentit contrari de desarticulació, desorganització, individualització i retirada de recursos materials i comunitaris. Semblaria que ara mateix és molt més poderosa la força del cinisme i la desafecció.


El domini neoliberal és aclaparador. L’acumulació i persistència de la creació d’aquesta hegemonia fa difícil pensar que sigui “líquidament” reversible. Les liquiditats van venir després. Del neoliberalisme, se’n critiquen difusament els impactes, però molt majoritàriament se n’accepta la lògica i els mecanismes.  La “societat de mercat” (que parlava Polanyi i que Rosanvallon i Sandel han tornat a posar sobre la taula)  és la penetració del mercat i el poder econòmic en cada cop més esferes de la vida. Aquesta genera (més enllà de l’impacte en els espais públic invadits) una densitat d’interaccions i una teranyina on a major densitat cada cop augmenta més la complexitat del seu desmuntatge.


A la disminució de la capacitat adquisitiva fruit de devaluacions internes explícites o implícites hi hem d’afegir la pèrdua de drets que implica la degradació d’allò garantit pels estats del benestar. El poder, les forces de la dreta, el capital a la recerca de rendiments creixents i diversos sectors de negoci (de les àrees que abans quedaven fora de la societat de mercat i que es consideraven serveis públics) fa temps que estan trencant el contracte social a través del desmuntatge i desballestament de l’estat social, democràtic i de dret, incloses les seves parts més populars com són l’educació i la sanitat. La necessitat de dedicació d’una immensa part del temps vital i mental a garantir per al nucli més proper unes condicions de vida digna afegeix dificultat a la cerca de sortides col.lectives.


Proliferen, doncs, la cerca de taules de salvació  individuals al llarg del gradient social. Cerca reforçada en el nostre país també per el desmontatge d'eines d'acció col.lectiva com és la negociació col.lectiva. El  vector individual més poderós és voler mantenir-se al grup dels que s’han salvat més o menys, i allunyar-se del grup dels que s’han enfonsat i han quedat pel camí. L’impacte de la “crisi+austeritat+contrareformes” ha sigut especialment dur en els sectors més vulnerables/precatitzats/exclosos/enfonsats (inclús si ho mirem amb una mesura “central” com pot ser les variacions salarials per decils de la devaluació). Això genera voluntat de seguretat en amplis sectors del què s’anomena confusament “classes mitjanes” (en molts imaginaris enteses com els decils centrals i superiors d’ingressos). Com en altres períodes de perspectiva de sortida de recessions els que es creuen salvats és possible que adoptin posicionaments conservadors, de trencament emocional amb els enfonsats i de manteniment de posició i del sistema. Aquest posicionament bloqueja la recerca de majories socials i polítiques amb els enfonsats (degudament invisibilitzats). I més en un perfil de “recuperació” que accentua el gradient social. Una fractura profunda enfonsats-salvats seria letal per a una sortida justa.  Malauradament, la manca d’homogeneïtat, la manca de consciència de conjunt i la manca d’organitzacions compartides poden ajudar a solidificar aquesta fractura entre enfonsats i salvats (entengui’s aquesta distinció enfonsats/salvats com la distinció entre aquells que han aconseguit surar en la crisi i els que no, no pas en el sentit de Primo Levi). La por, la incertesa, l’adaptació material i mental  a la baixada d’expectatives, l’acceptació resignada de les noves condicions, la naturalització que comporta que amplis sectors es socialitzin en aquestes circumstàncies poden fer la resta. Crec que aquests són els vectors emocionals dominants que expliquen l’atomització i desorganització. I estan estesos completament,  excepte en espais molt concrets i concentrats, on existeix certa organització i resistència efectiva, en el nostre cas la marea blanca, la PAH, i algun sector/empresa molt sindicalitzat, malgrat el trinxament patit. 


El procés de les últimes dècades de convergència (que ha tendit cap a la dreta) programàtica i d’acció institucional dels partits amb opcions de govern (i dels altres en menor mesura) tradicionalment s’ha explicat amb allò dels “catch-all parties”. Allò de difuminar perfil ideològic i proposta per tal d’atrapar a l’electorat “central”  (obvio les indocumentades cantarelles de la fi de les ideologies o de la incorregible voluntat de traïció dels equips dirigents). Sense negar la pulsió “catch-all”, ni oblidar l’hegemonia neoliberal ni la desaparició de l’efecte por del “bloc de l’est” als països de l’oest,  tinc la hipòtesi que aquesta crisi en l’esquerra és en part per la impossibilitat de poder aplicar propostes pròpies significativament diferents. Els programes dels partits (més enllà d’inevitables brindis al sol i excessos retòrics) poden ser una bona manera d’entendre el què intel.ligències col.lectives que defensen interessos diversos entenen què és possible fer institucionalment en un determinat moment. El domini neoliberal i la camisa de força han constrenyit enormement el terreny de joc. El TINA de la Thatcher va camí de convertir-se en desig auto-complert als nivells estatals (especialment en els deutors). Ara per ara, malauradament, les alternatives semblen modestament limitades. La situació és tant complicada que el moment de major debilitat organitzativa de l’esquerra coincideix amb el moment de més nivells a vèncer. No és que sigui difícil assolir el control de les institucions, que també. És que hi ha molts nivells a guanyar. Els dos primers, més coneguts: L’hegemonia (a ser guanyada en cada espai de la societat civil i de l'estat), la qual està protegida -en cas de ser modificada- per la cuirassa de la coerció. Però aquest és un conjunt que a la vegada ha guanyat un nivell de protecció addicional: la camisa de força.


Quan més pitjor, comporta encara més pitjor. L'”a tocar” s'allunya. A la perspectiva econòmica, social, de dominància de valors i idees, i de dificultat present d’acció a escala europea hi hem de sumar: les esquerres estan derrotades i debilitades i en una històrica baixa força organitzativa,un moment d'estancament i reflux de la capacitat mobilitzadora (a part de la de resistència), l’absència de cap posició de poder significativa que sembli que es pugui decantar i la perspectiva que no hi ha cap canvi a la vista. Que això sigui insuportable no vol dir que no pugui ser. Llistar això no és per redactar una denúncia més del sistema, sinó per assenyalar les dificultats per a transformar-lo o superar-lo. I per fer palesa la necessitat d'explicitar aquestes dificultats. Tinc la impressió que hi ha una profunda incomprensió de perquè i perquè no (i com, quan i en quines circumstàncies) passen les coses. Allò del “quan pitjor, millor” no funciona, però no funciona especialment aquí i ara.







2. Algunes limitacions i insuficiències de les esquerres.



En l'actual conjuntura és lògic que les esquerres es vegin impulsades a abraçar algunes temptacions i elaborar determinades anàlisis i propostes. Però segurament són contraproduents.


Malgrat la solidesa i rocositat de la realitat, la discursivitat es torna líquida i la temptació del presentisme s’hi troba còmode. Accentuat per la urgència de la necessitat de donar solucions a la tragèdia. L’instint de pensar que hi ha grans solucions a curt termini i d’agafar-se a qualsevol cosa que es mogui produeixen tres efectes indesitjables. En primer lloc un “riscaldamento” organitzatiu i popular. En segon lloc l’observar/interpretar qualsevol fenomen o esclat de conflicte amb el -quasi paròdic per repetitiu- “aquest cop sí” (que la xispa prèn i s'escampa l'impuls de canvi d'algun esclat). Per molt visibles que siguin algunes protestes, la majoria tenen un caràcter de resistència i local. S'oblida la manca d’organització/ns que vertebri/n el conjunt d’àmbits (els cercles tuitaires no valen) i la correlació de forces. Anem dient que el neoliberalisme ha trinxat la capacitat d’organització popular i després sembla que no ho tinguem en compte. En tercer lloc l’adopció de propostes sonorament extremes pressumptament aplicables de forma senzilla, en un sol cop de diari oficial. Propostes on no està pensada ni la factibilitat ni els impactes a la pròpia societat del rebot. On ha deixat de pensar-se el “com”. Segurament degut a l'embruixament i la dolça captura que el pensament unilateral fa de les propostes polítiques. Un exemple seria el “no paguem” (en referència a decidir no pagar el deute unilateralment en contraposició a una reestructuració acordada). En aquest sentit és interessant seguir el debat i la proposta de Syriza, segurament la força política d’esquerres que per varis factors hi ha pensat més profundament. Aquests tres aspectes encaixen i es retro-alimenten a la perfecció amb la predicció (més aviat expressió de desig) que el “sistema/règim/institucions/estat” està a punt de col.lapsar. Segurament aquí està l'error analític de fons: confondre “sistemes” (econòmic,de poder, de partits, institucional, de democràcia representativa,...) i pensar-se que la visibilització de certes misèries, que un reajust  en el mapa  electoral (perfectament reversible)  i que els estats deixin de fer algunes d'aquelles funcions que el legitimaven són les senyals de col.lapse imminent i substitució. Certament que hi ha una degradació, però res en fa pensar que cap dels “sistemes” siguin substituïts per quelcom més progressiu.


En la profusió d’idees, les idees-força que a més doten d’estratègia i sentit són especialment llamineres. Bastir un horitzó d'il.lusió encara que no es pugui concretar res del com, quan i amb qui. Una de les paraules de moda en molts àmbits és “procés” i precisament en el què menys es pensa és en el com, en el mentrestant, en les transicions i desenvolupaments dels canvis. Ha fet fortuna en aquests últims temps en alguns sectors de l’esquerra la idea d’un “procés constituent” (em refereixo a la proposta en el sentit de nou pack constitucional i contracte social, no a l’organització concreta). Sense horitzó temporal en el curt plaç pot resultar estimulant i útil vinculat a un procés (necessàriament llarg) d’acumulació de forces. Però tinc la impressió que per l’ús i abús que se’n fa, per a moltes persones s’acaba associant a quelcom necessari, possible i desitjable en la immediatesa. Tot (en especial les circumstàncies que he intentat descriure en la primera part del text) em fa pensar que si en el nostre entorn properament s’obrís un procés constituent explícit (n’hi ha un en marxa implícit de “deconstituent” ) el resultat acabaria sent regressiu comparat amb com estem ara. Inclosa la constitucionalització d’un marc que afavoreixi el dumping competitiu aprofitant l’actual desajust entre àrees (mercat-fiscal-monetària-política). Les experiències de processos constituents amb resultat progressiu s’han produït amb majories d’esquerres articulades prèviament que l’impulsaven, amb una forta organització social que l’acompanyava i empenyia, controlant alguns espais de poder i amb un decantament previ i paral.lel de l’hegemonia en posicions i sectors claus. Primer s’hauria de tenir la majoria, després ja ho provaríem. Però vaja, de totes maneres en l’actual context, el procés constituent veritablement important hauria de ser a escala europea.


Els automatismes voluntaristes en les respostes i missatges, i el retorn a dinàmiques pre-polítiques per fer comunitat acostumen a ser una altra de les respostes benintencionades. Algú podria dir que s’està abusant del voluntarisme per sobre les nostres possibilitats. No tot és possible. Aquest tipus de lírica certament motiva, però em temo que ha obnubilat la capacitat de pensar políticament. Generalment va associada a propostes on preocupa poc tant la seva factibilitat com els efectes no desitjats d’aquestes. La recepta perfecte per a la política líquida, declarativa i de teatre. Certament tot plegat té un component necessari entussiasmant de curta volada per intentar vèncer la desesperança, la dispersió, aquell sentit comú del no es pot fer massa  res  (almenys en aquelles matèries que afecten centralment les condicions materials de vida) i el previsible nihilisme. Però les insuficiències i limitacions aconsellarien al meu entendre no fer-ne un pivot central. Poden contribuir a victòries de resistència, i en un pla institucional a canviar el mapa electoral, però l’efecte no dura sempre i s’acaba topant amb les correlacions de força, també des de posicions de govern, més si no han vingut acompanyades d’alts nivells d’organització.


Aquesta promoció del voluntarisme certament troba bona acollida en l’instint/intuïció que sempre hi ha la possibilitat de trobar alguna sortida ràpida quan la situació és molt fotuda. Encaixa amb aquella sensació que tot plegat és tant fastigós que quelcom ha de canviar/passar, que no pot continuar així. Però el cert, és que ja fa temps que va “continuant” així i cap element em fa pensar que no vagi per llarg. De fet, pensant en l’aposta voluntarista que estem vivint recentment un podria imaginar que en els propers anys ens trobarem una epidèmia de frustració i cinisme. Hi ha un gruix significatiu de persones que a Catalunya la seva experiència inicial de “socialització  política” haurà estat a través del 15m o de l’ANC. Dos moviments que no tenen gairebé res en comú, excepte el compartir un “aquí i ara” en les seves propostes (siguin o no de màxims), una apel.lació emotiva al “si es vol, es pot” com a mètode d’èxit, i un ignorar les dificultats com a mètode per superar les barreres. És preocupant pensar on estaran el gruix de persones d’aquests espais després de successius xocs amb la realitat i anar saltant de frustració en frustració.


Quan es percep l’enormitat de la tasca i la dificultat de virar les tendències, apareixen les temptacions al replegament. El període en el que estem requereix avançar cap a estructures de governança democràtica supra-estatals per equalitzar-se a un capitalisme globalitzat d’una forma irreversible (no veig que aquest tingui cap pulsió de replegament). En el nostre cas anar cap a una unió política europea democràtica de tall federal. No s'hi avançarà d’una forma determinista, sinó que requerirà un fort impuls dels sectors populars (intueixo que els poders se senten especialment còmodes amb aquest desajust de marcs desesterilitzant de l’acció col.lectiva progressiva). I malgrat això, sectors de l’esquerra opten per sortides de replegament nacional-estatal (explícitament o a través del què es deriva de la proposta de “sortir de l’euro” per exemple). És possible que amb una mirada Thompsoniana des del futur (sense condescendència i amb voluntat d’entendre’n les circumstàncies i aportacions) es puguin interpretar amb serenor aquestes pulsions; que ben bé es podrien analitzar com d’un tipus de ludites del segle XXI. Altres replegaments temptadors poden ser el refugi en petites comunitats aïllades, la creació d’espais d’organització popular inserits al sistema, o l’impuls de sub-sistemes paral.lels. La discussió sobre si creant societats paral.leles es pot desbordar la principal o sobre si omplint de bolets la “societat de mercat” aquesta es transformarà és vella, però malauradament les limitacions de les cooperatives i d’altres iniciatives ben lloables, recomanarien no posar exclusius esforços en aquest camí.


Després d'entendre resignadament l'enormitat del repte, sovint apareix la impotència. La impotència acostuma a despertar la recerca recomfortant del traïdor/enemic proper. Sense intentar entendre els perquès i les limitacions. Bé, de fet aquesta recerca del traïdor proper també passa abans d'haver-hi pensat massa. És evident que algunes coses que han fet algunes esquerres en alguns països del nostre entorn es podrien haver fet diferent (el drama és que segurament no tant diferent). Les esquerres troben dificultats per a tirar endavant propostes que democràticament surtin de la camisa de força. Això  és un fet. Cal analitzar-ho a fons. No pretenc dir que les esquerres s’hagin comportat igual que les dretes (només cal veure com estan actualment arrasant amb tot les dretes de diferents contrades). En aquests temps suposo que la distinció esquerra / dreta és entre aquells que intenten contenir el tsunami neoliberal i els que l’impulsen i aprofiten. És tradicional des de l’esquerra alternativa (per molts motius generalment exclosa dels governs estatals) enllestir l’anàlisi de qualsevol renúncia i viratge de l'esquerra socialdemòcrata amb l’ “una traïció més de la socialdemocràcia”. Sense intentar entendre la recurrència d'aquests viratges. El gran canvi de maig de 2010 i la reforma de l’article 135 a la Constitució espanyola, el recent viratge d’Hollande, la impossibilitat de legitimar democràticament el viratge del PASOK,... (aquests són exemples recents i dramàtics, però exemples de “correccions” de rumb respecte quan s'havien intentat fer les coses diferentment i amb una orientació progressiva en podem trobar des de ja fa algunes dècades, i és com si no s'haguessin intentat analitzar profundament). És evident que van tremolar moltes cames, que es podria haver negociat diferent i millor i que no sembla que hi hagués una voluntat de confrontació dura. Però no és menys cert que una alternativa fora d’un acord hagués estat calamitosa i que la contrapart eren institucions tecnocràtiques (troika,...) sense necessitat de legitimar-se democràticament que imposaven -a través d’una anàlisi interessadament errònia- una molt regressiva agenda i condicionalitat. S’ha acabat veient que la "crisi de la prima de risc" depenia d’una decisió del BCE ( executada i avalada per qui ho havia de fer un cop es va arribar a un determinat nivell de condicionalitat i contrareformes). Certament es podien haver intentat legitimar o rebutjar les negociacions i viratges a través d’eleccions o referèndums (en el segon cas, és interessant recordar com va “caure” la idea a Grècia). No sembla però que es pogués haver vist pressionada la negociació per una pressió popular forta en forma de mobilització sostinguda (per la manca de força mobilitzadora en aquells instants, però tampoc perquè segurament els primers damnificats per un conflicte dur haguessin estat els sectors populars).


A escala estatal no sembla que les esquerres en posicions de govern poguessin haver actuat significativament diferent (excepte alguns aspectes de fiscalitat, lògicament). En l’àmbit UE segurament amb un canvi d'aliances podrien haver actuat d’una altra manera i oposar-se a determinades coses d'una forma més efectiva. Penso que el gran retret que se li pot fer a la socialdemocràcia tant a nivell estatal com europeu és no haver començat a efectuar un canvi d’aliances, passar de “grans coalicions” explícites o implícites a alguns països i a les institucions europees, a intentar fer un front amb la resta d’esquerres. Per la resta de retrets, tinc massa dubtes. Sigui com sigui, el què està clar és que el conjunt de els esquerres (amb diferents graus de responsabilitat) no hem estat capaços de revertir (o hem assistit passivament sense entendre massa el què estava passant) a la tendència en el nostre entorn què ha portat a aquest desacoblament d’àrees democràtiques nacionals i àrees econòmiques i monetàries continentals/globals.


És possible (com a símptoma en alguns països estan canviant els mapes electorals, però insisteixo, pensar-ho des de la irreversibilitat és un error) que diverses fragmentacions, reorganitzacions i recomposicions (o substitucions i recanvis) de les esquerres, puguin donar en el mig plaç un nou pal de paller de les esquerres i que aquest sigui alternativa de govern. Que inclús en el seu procés de conformació aquest hagi experimentat el procés de reconnexió amb moviments socials variats i que a través de dinàmiques pre-polítiques i comunitàries hagi reimplicat a parts de la ciutadania atomitzada. Volent-ho fer a través de focalitzar l'accent en les pràctiques on s'hagi volgut desdibuixar el caràcter polític per viure la il.lusió de l'unanimisme ciutadà. És una il.lusió adanista. Si aquestes pràctiques tenen sentit i utilitat, hauran d'acabar adoptant mecanismes d'especialització, organització, delegació i gestió de la discrepància. Segurament aquests nous espais per pròpia maduració acabin incorporant força de les pràctiques amb les que ara marquen distàncies. O acabaran evolucionant cap a ser espais sectorials d'alguna força o bloc polític: la majoria de trets són cosubstancials a l’acció d’intermediació, representació i síntesi que en societats complexes ha de fer una organització que vulgui articular els interessos d’un determinat bloc polític i social. Però un cop es tingui tot això, si no s’han alterat la correlació de forces, l’hegemonia, la desorganització popular i sobretot s’hagi superat el marc de l’estat –nació per poder articular i executar  una alternativa de projecte polític per a un espai democràtic UE, tornarem a topar impotentment amb el mur del desajust, i... “muchos años después” tornarem a sentir que la camisa de força no deixa espai per a una política democràtica on es puguin desenvolupar alternatives. Un espècie de cicle de la marmota, etern retorn i repetició de la història com a farsa tot en un. I al cap d’un nou temps de desafecció i desconfiança creixent cap a la política, es tornarà a buscar un nou cicle de reafecció a través de pràctiques pre-polítiques, sense abordar el que segurament és el principal agent causant de desafecció: la percepció sàviament estesa en una bona part del sentit comú popular de la inutilitat relativa de la política estatal front la combinació letal de des/governança actual: sistemes democràtics a nivell estats-nació; inter-governamentalisme a escala europea; i llei de la selva i combinació d’institucions no democràtiques i d’altres intergovernamentals d’àmbit global.





 3. Repensar les tasques de les esquerres.


Abordar les urgències i la solidaritat i pensar i preparar el llarg plaç. Aquest podria ser el resum del “què fer”.



És possible que un dels principals reptes per a l’esquerra sigui canviar l’escala temporal en què pensa i la geogràfica en la que actua. Passar del presentisme, de pensar gairebé únicament en els propers mesos vista i tapar les noves fuites que apareguin, a intentar fer compatible la resolució de les urgències amb donar un necessari horitzó temporal llarg a l’esperança. No és qüestió de copiar, però potser un memoràndum Powell de les esquerres podria ser d’ajut.


Reemprendre organitzacions que vertebrin els interessos conjunts  dels enfonsats i dels salvats. Actualment en l’esquerra social  trobem algunes organitzacions populars fent solidaritat de resistència entre sectors principalment que no han pogut salvar-se del tsunami. La PAH, xarxes de solidaritat i ajuda mútua i els bancs d’aliments no institucionals. Simultàniament, les tradicionals organitzacions populars (bàsicament els sindicats) es troben que responen bàsicament i com poden a la defensa de drets dels que “suren” i experimenten enormes dificultats per connectar amb els sectors més precaritzats o directament exclosos. És un fals debat plantejar-se quin dels dos tipus s'ha de reforçar. Paral.lelament moviments com el 15m que podien haver jugat un paper important en la necessària lluita per l’hegemonia de les idees i pel canvi dels valors dominants, han deixat de jugar cap rol significatiu víctimes de la seva auto-referencialitat i auto-imposició de desorganització.
Segurament caldrà pensar en l’impuls d’amplis moviments per la democràcia, els serveis públics i contra les desigualtats com a aglutinadors i vertebradors de tots els sectors populars. Hagin surat o no. I que aquests puguin actuar en la dimensió material i en la dels valors.


La meva impressió és que aquest presentisme fa que majoritàriament les esquerres ofereixen un discurs/missatge/proposta amb dues característiques que combinades són letals: una descripció possiblement acurada de la realitat però descontextualitzada i una proposta dolça, motivant i voluntarista que transmet facilitat i immediatesa. Directe a donar resposta a la urgència. En un moment de duresa social extrema, apareix un discurs massatjadoril, optimista, naïf i sobre-protector per al conjunt de la població (diferent que el què es percep en els àmbits organitzats, certament). Que reconforta, però no sé si ajuda.


I si provem de fer-ho al revés, i en comptes d’emplaçaments voluntaristes (les variacions dels “podem, guanyarem, ho volem tot i ara...”) comencem per explicar les dificultats ingents? Amb una discussió seriosa per cada àmbit d'activitat humana. Potser no és tant bonic, però crec que la centralitat del què diuen les esquerres hauria d’incorporar l’explicació de les limitacions i constriccions polítiques que operen en el context, i de les múltiples forces que actuen en contra. Fet que també podria permetre pujar el nivell de debat públic, potser. Només amb una pedagogia extrema de les limitacions en l'acció dels governs dels estats-nació per fer avançar agendes de progrés es podran començar a construir alternatives a escala europea i evitar la temptació del replegament. Passar de la política declarativa de principis a explicar també el “com fer-ho”. A aquestes alçades de la pel.lícula certament les declaracions de principis semblen brindis al sol. Incorporar l’anàlisi i pedagogia de les dificultats pot ajudar a fer entendre la necessitat d’una perspectiva temporal llarga quan es proposa la bateria de solucions alternatives al fangar en el què estem immersos.


De totes maneres això obre un dubte que no tinc resolt: Com explicar a alguns sectors actius (acostumats a una discursivitat líquida i basada en el canvi ràpid) i especialment als sectors que necessiten urgentment canvis per tal de tenir unes condicions de vida digna, que els canvis van per molt llarg i que ara tot just podrem posar alguns pedaços. De fet, crec que seria interessant esbrinar què (i com) han fet les esquerres en altres contextos de forta regressió, reflux i recomposició -on no hi havia massa esperança en el curt termini- per transmetre als sectors més actius i al gruix social la necessitat de mirada llarga i alhora evitar caure en la desesperança (aquell fi espai entre deixar d’invocar l’adveniment de futurs instants rupturistes, del gran esdeveniment, i deixar que el devenir del temps recomposi passivament algunes coses).


La tasca del moment és certament bastir i organitzar les solidaritats i frenar en tots els fronts (també l'institucional) les polítiques austeritàries i de contra-reformes. Oblidar qualsevol veleïtat d'ofensiva frontal. I reemprendre una lluita de posicions. Quan cristal.litzi l'enormitat de la derrota, certament caldran molts assaigs-errors per anar trobant les maneres. Sense repescar a Gramsci no farem res. Estem a dos salts conceptuals que la presa del poder pugui ser per la via de les “maniobres” frontals.  Les societats civils es decanten per “posicions”. Però és que a més no seria ni de l'àmbit geogràfic que toca. Tot ja ha de passar pel marc continental. Una anàlisi i una proposta (o un simple discurs) on no surti la dimensió europea ja no hauria de tenir sentit. Sens dubte, però, serà un procés de construcció lent: reforçar el treball conjunt de les esquerres europees (intra-famílies polítiques diverses i entre famílies) amb la perspectiva d'anar possibilitant un procés constituent amb la corresponent unió política, fiscal i bancària. Pensar en institucions de govern mundials democràtico-federals  sí que requereix una escala temporal que ja se m'escapa. Tot i que per evitar dumpings regionals és lògic assumir que també caldria recuperar la idea-força del moviment per una altra globalització: Globalitzem els drets social i laborals, i els democràtics. El pensament seqüencial conduiria a pensar en un abordatge per etapes. Però si no es comencen a bastir aliances per superar la camisa de força i avançar cap a un federalisme en primer lloc d’àmbit europeu, l’escenari ben bé podria ser que en el millor dels casos després de dècades per guanyar trinxeres i posicions i haver vençut la coerció, trobéssim davant nostre un nou mur infranquejable, el de la tela de la camisa de força.


A mode de conclusió, no se m'acut millor forma d'acabar que recuperar les paraules d'Albert Recio de desig/proposta per a aquest any. Lúcides i valentes en la vindicació d'una estratègia que vagi cimentant el llarg plaç. Únicament les complementaria amb la necessitat d'abordar també el canvi d'escala geogràfica i la necessària pedagogia de les dificultats de l'escenari.

El drama actual es el de la evidencia de lo insoportable del neoliberalismo, de la imposibilidad de la vuelta al pacto del capitalismo de pacto social (que al menos propició algo de bienestar) y la incapacidad de ofrecer respuestas urgentes que cambien la situación y abran la vía a un nuevo modelo social. A corto plazo, el sufrimiento y la sensación de impotencia son inevitables. Por esto mi deseo de un año diferente es bastante modesto: que colectivamente empecemos a trabajar para combinar tres tipos de iniciativas necesarias: ideas bien articuladas de cambio social (capaces de generar un discurso que, cuando menos, suscite un cambio de perspectiva en el enfoque de los problemas, ayude a promover otro tipo de valores y aspiraciones sociales), políticas de resistencia bien organizadas, que incluyan, cómo no, una mejor capacidad de organización de las clases subalternas para cortocircuitar las políticas imperantes e introducir distorsiones en ellas, y un clima de debate, reflexión y fraternidad entre los distintos sectores capaz de generar una verdadera respuesta colectiva a lo que constituye una tragedia social. Sin esta última, las otras dos tareas son misión imposible.









Imatges: